Minería subterránea a toda máquina

viernes, 24 de junio de 2011




En los distintos tipos de minas subterráneas (grande, mediana o pequeña) existen desafíos de diversa naturaleza, pero uno que es transversal a toda la explotación bajo tierra es la necesidad de aumentar la productividad por medio de sistemas apropiados y, en algunos casos, más vanguardistas.

Enrique Rubio, profesor de Ingeniería de Minas y co-director del nuevo Centro de Tecnología para la Minería de la Universidad de Chile, sostiene que en general la minería subterránea está tendiendo hacia la explotación a gran escala, porque por un lado los yacimientos cada vez poseen menos concentración de metales por tonelada (son de menor ley) y, por otro, están emplazados a mayor profundidad. “Por lo tanto, se requiere de una minería con elevados niveles de producción, sobre 100.000 tpd para recuperar el capital invertido”, indica, estimando que la apertura de una mina subterránea implica un desembolso de, por lo menos, US$2.000 millones, como piso.

Según el académico, la baja ley del mineral hace que el periodo de retorno de la inversión se ubique por encima de los diez años, lo que repercute en la viabilidad financiera del proyecto y coloca como desafío llevar a una mina subterránea a producción en menor tiempo.

En esa dirección, hace notar que se está investigando el uso de equipos autónomos y continuos, de modo de aumentar la productividad, incorporando dispositivos estacionarios de producción continua, como correas. Se trata de equipos automáticos y con la inteligencia suficiente como para hacer extracción permanente. Ello –destaca Rubio– permitiría triplicar la tasa de producción, reduciendo a su vez el periodo de retorno a la tercera parte. Pero para alcanzar resultados óptimos, debieran conjugarse tres variables: los equipos estacionarios, el método de explotación o la denominada “arquitectura minera subterránea” y la tasa de explotación, todo lo cual confluye en un sistema subterráneo continuo.

De acuerdo con el profesor, la aplicación de este sistema posibilitaría también profundizar la explotación de minas a rajo abierto que están alcanzando su límite, como es el caso de Grasberg en Indonesia o de Palabora II lift en Sudáfrica.

Estima que el modelo continuo podría estar operativo en diez años más, considerando que en minería subterránea, desde que se localiza un yacimiento y entra en operación, pueden pasar fácilmente siete temporadas en el caso de una mina pequeña, mientras que en una grande se requieren una década para la ingeniería y otros cinco para su construcción.

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